martes, 29 de diciembre de 2015

un héroe

Lo más valioso que aprendí el último tiempo es a guardar cosas para mi, de este modo uno aprende que vale la pena compartir y que no pudiendo darle a cada momento un valor particular se salva a cada situación de volverse redundante y equitativa. No todo debe decirse, y no todo tiene que ser escuchado y comprendido por otros. Claro que hay algo de solitario en el proceso, pero nada es inocente y se le aparece a uno porque si. No, claro que no. Llegar al punto en que uno decide no compartir surge de una necesidad de comprenderse a uno mismo, y por otro lado, de no endiosar al otro convirtiéndolo en eso maravilloso y único que nos puede salvar. Ahora soy sólo yo, buscando que todo momento se vuelva la huella para algo más grande, para un plan que me lleva a otro lugar y me convierte en el héroe usurpador de deseos generales, luchando contra grandes monstruos y logrando esquivar todos los obstáculos que se me presentan. Un héroe, que quizás por dentro está recomponiendo cada una de sus partes, pero que no todos tienen el derecho de saberlo. Si no saben, no pueden reprochar. O quizás si saben pueden comprender. El dolor no está en compartir, si no en la misma acción. Ahí es dónde reside el más amplio dolor del héroe.

Hace algunos días que volvió la angustia. Uno piensa que a esta altura hay cierto grado de acomodo en las transiciones pero la realidad cada vez que vuelve a aparecer es como si nunca se hubiera ido; todo se tiñe de inconcluso y ya no se puede seguir con nada más, se pierde el eje.
Cuando se va, una ola de optimismo rodea cada paso y el mundo de golpe no es tan grande como creías, todo está a unos pequeños pasos de tus manos y simplemente podes ser. Es un ir y venir constante, como un juego de ciclismo infinito del que no se puede salir. En el fondo, siempre se vuelve al mismo lugar, una y otra vez, no importa cuanto avances, termina siendo el mismo.

A veces pienso que vivo con esto desde que tengo la posibilidad de reflexionar. Cuando empiezo a unir los puntos, todo tiene sentido. Me gustaría acercarme a mis conocidos y preguntarles si ante sus ojos siempre fui así, si hay patrones que noten en mi, si me repito, si ven cuando estoy ahogándome, qué se siente ver el vacío en mis ojos. Quiero descifrar si esto es parte de mi, o simplemente algo que se aprisionó como garrapata y no quiere irse. No estoy segura que parte me tranquilizaría más, porque si esto no soy yo quizás no haya nada debajo, quizás sólo soy la construcción de  algo invisible que no puede mostrarse y se alimenta de una necesidad más allá de lo humano, más allá del amor o cariño que pueda haber, más allá de todo.
Quizás si no soy esto no puedo ser nada más. 

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